¿Qué tienen que ver dos monos, una pantalla táctil y una lista de imágenes con tu forma de aprender? Más de lo que imaginas. Hoy quiero compartir contigo un experimento que no sólo resulta fascinante, sino que también desafía cómo pensamos sobre el aprendizaje, los errores y la memoria. Los protagonistas son Oberon y Macduff, dos monos rhesus.
El experimento
En el experimento, Oberon y Macduff tenían que aprender varias listas de imágenes y memorizarlas en un orden específico, como si se tratara de una secuencia. Por ejemplo: una flor, un barco, una manzana, un elefante y un sol. Las imágenes aparecían en una pantalla táctil, y los monos debían tocar las imágenes en el orden correcto para superar la prueba.
Aquí viene lo interesante: a los monos se les entrenó bajo diferentes condiciones. En algunos casos, recibían pistas automáticas que les mostraban cuál era la siguiente imagen de la secuencia. En otros, podían pedir una pista sólo si lo deseaban, y en algunas listas no había ayudas de ningún tipo. Esto permitió a los investigadores comparar cómo aprendían y recordaban los monos según el nivel de ayuda que recibían.
Los resultados
Durante las prácticas, cuando recibieron más pistas tenían un rendimiento inicial mucho mejor, pero este éxito era engañoso. Tres días después, cuando los investigadores retiraron todas las ayudas y les pidieron que recordaran las listas sin ninguna pista, el resultado fue desastroso. Oberon logró acertar un 30% de las listas que había aprendido con pistas, y Macduff menos del 20%. En cambio, las listas que habían practicado sin ninguna ayuda inicialmente, aunque con muchos errores, tuvieron los mejores resultados: Oberon acertó un impresionante 75%, y Macduff, un 50%.
Practicar sin pistas es más lento y lleva a cometer más errores, pero resulta en un aprendizaje más sólido y duradero.
¿Qué podemos aprender de esto?
Este experimento muestra la importancia de los errores en el aprendizaje. Cuando dependemos de ayudas externas para resolver problemas, puede parecer que aprendemos rápido, pero esa dependencia limita nuestra capacidad de recordar y aplicar lo aprendido sin apoyo. En cambio, enfrentarse al desafío, cometer errores y corregirlos nos obliga a procesar la información de manera más profunda, lo que mejora nuestra memoria y comprensión a largo plazo.
Y aquí una idea clave: el aprendizaje más eficaz a largo plazo suele ser aquel que es más difícil a corto plazo.
Si algo parece demasiado fácil durante la práctica, es posible que no estés consolidando lo aprendido. Para maximizar tu memoria, es mejor espaciar tus repasos y dificultar la prueba para ti mismo. Por ejemplo, en lugar de volver a repasar inmediatamente después de aprender algo, espera más tiempo para que el contenido sea más difícil de recuperar. Esa incomodidad y frustración no son señales de que no estés aprendiendo; al contrario, son indicios de que tu cerebro está haciendo el esfuerzo necesario para fortalecer lo que sabe. La facilidad inicial es el verdadero enemigo del aprendizaje duradero.
sí que no temas al error ni a la dificultad, porque son buenos maestros.
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