¿Por qué algunas personas perseveran ante los fracasos mientras otras se rinden?

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El experimento

En 2016, Mark Rober invitó a 50.000 personas a resolver un desafío de programación sencillo: mover un coche por un laberinto utilizando bloques de código. Todo parecía un juego, pero el verdadero experimento estaba en cómo se gestionaban los errores.

Dividió a los participantes en dos grupos:

  • Grupo 1: Al fallar, recibían un mensaje simple: «Inténtalo de nuevo».
  • Grupo 2: Al fallar, aparecía un mensaje que les quitaba 5 puntos ficticios de 200 iniciales: «Has fallado. Has perdido 5 puntos. Ahora tienes 195 puntos. Inténtalo de nuevo».

El resultado fue asombroso. Aunque los puntos no tenían valor real, el efecto psicológico fue inmenso:

  • El Grupo 1 intentó resolver el desafío más del doble de veces (12 intentos, en promedio) y tuvo un éxito del 68%.
  • El Grupo 2, al sentir la penalización, se rindió más rápido (solo 5 intentos en promedio), logrando un éxito del 52%.

¿Qué podemos aprender de esto?

El experimento nos muestra que el problema no es fallar, sino cómo interpretamos esos errores. Si los vemos como fracasos personales, nos frenan; pero si los entendemos como datos útiles, nos ayudan a mejorar. Como dijo Rober, «El éxito no depende de cuántas veces falles, sino de cómo encuadras tus fallos.»

Llamó a esta idea «El Efecto Super Mario». Cuando caíamos en un agujero en Super Mario Bros, no nos preocupábamos por el «fracaso». En cambio, pensábamos: «La próxima vez, saltaré más tarde». No importaban los errores; lo único que querías era aprender de los errores, seguir avanzando, llegar al castillo y rescatar a la princesa. Esta mentalidad hacía que siguiésemos intentándolo y, al final, mejorábamos. Ahora imagina si pudiéramos aplicar ese mismo enfoque a cómo aprendemos y enfrentamos desafíos en la vida real.

Fracasar mejor, aprender más

el aprendizaje más eficaz es el que te desafía. Enfrentarte a la frustración y trabajar en ello te prepara para el éxito a largo plazo.

Así que la próxima vez que falles, no lo veas como un tropiezo, sino como un dato. ¿Qué aprendiste? ¿Cómo puedes mejorar? Con cada intento, estarás más cerca de tu objetivo.

El fracaso no es el enemigo; el miedo a intentarlo lo es.

Eso sí, siempre hay que poner el tema del error en el contexto adecuado. Porque, claro, habrá algún alpinista que no pudo aprender de su error.

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